El día amaneció triste y gris, paseaba por unas calles frías y solitarias pensando en todo y en nada, al cruzar una esquina la vi, mi cuerpo reacciono al verla y un impulso me llevo a saludarla, pero el miedo lo reprimió y me quede observándola desde lejos.
Su larga melena caía por su espalda trazando caprichosas formas sobre su ropa, era ese matiz de desorden ordenado una de las tantas cosas que me gustaban de ella, todo estaba en el lugar adecuado, pero como si el azar lo hubiera puesto allí.
Andaba con paso decidido sin hacer caso de las miradas que iba levantando a su paso, pero percatándose de las mismas, siempre lo hacía, siempre estaba atenta a todo y a todos, de hecho es probable que supiera perfectamente que la estaba mirando, que la estaba recordando y que, una vez más, la estaba echando de menos.
Inexorablemente mis pensamientos se remontaron a aquellos meses de diversión, lujuria, sexo y confidencias. La nostalgia me invadió y eche a andar detrás de ella decidido a recuperar el tiempo perdido, a olvidar el pasado y a escribir un nuevo futuro, nada tenía que haber cambiado, debíamos seguir siendo un pack indivisible, ella y yo, nada mas importaba…
Cuando estuve lo suficientemente cerca le toque el hombro, ella se giro con naturalidad y, demostrando que mi teoría era cierta, me paso una mano por detrás del cuello y acercándose a mi me beso… una corriente recorrió mi cuerpo cuando volví a sentir sus labios, como dos amigos que hace mucho tiempo que no se ven los míos los acogieron con cautela, recordando su forma, su tacto, su sabor…
Entonces se retiro y, sin decir nada mas, se giro y se fue andando con el mismo paso decidido, con su pelo trazando las mismas formas caprichosas y dejando claro, sin hacer nada, que no tenía que seguirle.
Jean-Claude